La ‘rebelión’ del enclave de Treviño
El territorio castellano y leonés rechaza acatar las medidas excepcionalísimas de la Junta y se acoge a la legislación dictada por el gobierno vasco, idéntica salvo por la hora de inicio del toque de queda que fija a las diez de la noche
Igual que en un cómic de Astérix, aquellos de galos y romanos, un enclave castellano y leonés se resiste ahora y siempre al invasor. El enclave es Treviño, territorio perteneciente a Burgos pero ubicado en plena provincia de Álava -Araba, como dicen sus habitantes en euskera-; el invasor son las medidas excepcionalísimas decretadas por la Junta para los municipios con mayor incidencia del coronavirus; y el ahora y siempre, porque la reclamación de los treviñeses para pasar a formar parte del País Vasco data, como poco, de mediados del siglo pasado.
El conflicto no es reciente y su inicio se pierde, según los historiadores, en el siglo XII, de cuando data la primera conexión de este enclave con la entonces Corona de Castilla. Pero ahora, cerca de un milenio después y con la amenaza de una pandemia mundial, ha vuelto a cobrar fuerza. El detonante ha sido la declaración de medidas excepcionalísimas por parte de la Junta de Castilla y León para los municipios con mayor índice de contagios de la Comunidad, recogidos en una lista de 53. Entre ellos aparece Treviño que, rebelde, ha optado por no acatarlas.
Sus argumentos son sólidos, y se basan en que el Real Decreto del estado de alarma, en la disposición del 3 de noviembre publicada en el BOE , en un último apartado se detalla que «aquellos municipios que constituyen enclaves recibirán el tratamiento propio de la provincia que les circunda, sin que sea obstáculo que esta pertenezca a Comunidad Autónoma distinta a la de aquellos». En un lenguaje menos oficial, la norma dice que Treviño, rodeado en su totalidad por la provincia de Álava, deberá atender a las restricciones determinadas por el gobierno vasco. No obstante, bien es sabido que últimamente cualquier normativa es susceptible de interpretación.
Y los treviseñes, obedientes, se acogieron a la ley publicada en el Boletín Oficial del Estado, lo que dada su evolución epidemiológica les sitúa en el nivel de mayor riesgo contemplado en el País Vasco. La decisión, por contra, no sentó bien en la Junta de Castilla y León, puesto que se siente responsable de lo que ocurre en este enclave de más de 3.000 kilómetros cuadrados. Por ello, desde la Consejería de Presidencia, por ser el propio presidente el que suscribe las restricciones como autoridad delegada del estado de alarma, les llamó al orden con una carta que el alcalde del Condado de Treviño, Enrique Barbadillo (PNV), califica como «bastante amenazante».
Barbadillo, quien se puso al frente del ayuntamiento en 2019, explica lo sucedido. «Una vez salió publicado el BOCyL dicté un bando, asumiendo el cierre de la hostelería pero bajo las directrices del Gobierno Vasco» , relata, lo que a efectos prácticos solo marca una diferencia con las pretensiones de la Junta. «No tenemos comercios no esenciales que cerrar», cuenta el primer edil, «pero nos regimos por el toque de queda del gobierno vasco, que es a las diez de la noche». Esta es la única diferencia entre Treviño y el resto de municipios del listado elaborado por Sanidad; dos horas que han vuelto a encender la mecha de los conflictos territoriales.
Pero esta ‘rebelión’ de Treviño no es algo reciente. El enclave y los dos municipios que acoge -el Condado y la Puebla de Arganzón- iniciaron la desescalada posterior al primer estado de alarma de la mano de Álava. «Una vez que ha vuelto el estado de alarma hemos estado actuando con las normas del País Vasco», reitera Barbadillo. El alcalde insiste en que este cambio de rumbo «no tiene sentido». «Entiendo que es una cuestión política», analiza, porque «para Castilla y León el País Vasco es como el coco». De hecho es él mismo quien reconoce que el problema no es reciente. «Viene de muy atrás», asegura, y lamenta que «nadie es capaz de Miranda de Ebro para abajo de sentarse en una mesa a dialogar». Su teoría es clara: «Les duele mucho -a la Junta- que de los dos ayuntamientos del enclave, uno esté regido por Bildu y otro por el PNV».
La consejera de Sanidad, Verónica Casado, aseguraba ayer que los ciudadanos de Treviño son «ciudadanos de Castilla y León» , motivo por el cual «les estamos vacunando y les estamos atendiendo». «Tenemos responsabilidad sobre ellos», sentenciaba. A este respecto, Barbadillo le da la razón y reconoce que «durante la pandemia, la asistencia sanitaria y las vacunas le han correspondido a Castilla y león» pero que «la Junta de Castilla y León se apunta tantos a este respecto». Sin embargo, matiza que los treviñeses «tienen los especialistas y las cirugías en el hospital de Vitoria». No por capricho, si no por «un convenio por el que se avala la asistencia sanitaria fuera de la Atención Primaria en los hospitales del País Vasco». De hecho, el alcalde añade que Vitoria, la capital alavesa, está situada a quince kilómetros del enclave, mientras que la capital de Castilla y León más cercana, Burgos, se aleja un centenar.
«Toda nuestra vida está en Vitoria», relata Barbadillo , y matiza que gran parte de la población trabaja en empresas de esta ciudad. «Hay una parte pequeña de agricultores», remarca, «pero hasta los estudiantes se van a Vitoria. Solo unos pocos van a Miranda». Es más, el primer edil treviñés reconoce que los 2.000 vecinos empadronados en el enclave solo se desplazan hasta la ciudad burgalesa para alguna «gestión puntual».
«Alaveses 100%»
El sentimiento predominante entre los treviñeses es claro. Barbadillo lo resume diciendo que se sienten «alaveses cien por cien». De hecho reconoce que este sentir «es lo que nos empuja a seguir luchando para conseguir nuestro objetivo», que no es otro que pasar a formar parte de la comunidad autónoma vasca. El primer edil entiende que es esto lo que levanta ampolla, y recuerda como, tras emitir un bando para avisar a los ciudadanos de los cribados masivos previstos por Sanidad para el Condado, una dirigente del PP de quien no quiere dar el nombre le preguntó por qué en el documento no hacía ninguna mención a la Junta. «Yo publiqué el bando sin ninguna intención de meterme con la Junta», explica.
No obstante, recalca que una vez aprobadas las medidas excepcionalísimas se enteró «por la prensa y posteriormente por la publicación en el BOCyL» y no por el gobierno autonómico de Castilla y león, que afirmó que se había puesto en contacto con los alcaldes de los municipios afectados por las nuevas restricciones.
Asimismo, reconoce no entender el motivo de que el BOCyL publicado ayer hiciese una corrección y, en lugar de mencionar al «Condado de Treviño», en el documento apareciese solo «Treviño», lo que puede dar a entender que es todo el enclave y no solo el municipio al que afectan las medidas. Barbadillo insiste en que «no sabía como interpretarlo», y por ello se puso en contacto con el delegado de la Junta de Burgos , quien «ha quedado en que se iba a enterar» de lo que suponía el cambio.
Por el momento, y con todo en el aire, l os treviñeses siguen buscando a alguien que se haga cargo de una solicitud histórica, representada en varios referéndum que han demostrado un auténtico sentir vasco. El último, celebrado en 1998, con un 68% de los habitantes del enclave que participaron a favor de pasar a formar parte de Álava. Barbadillo sostiene que «esto se tiene que resolver en Madrid con una ley de enclaves». De hecho, él mismo hizo «una propuesta de una mesa para dialogar y ponernos de acuerdo», aunque aún no ha tenido respuesta. Entiende que la situación provocada por la pandemia es muy compleja, y por eso espera que una vez estabilizada la situación haya un pronunciamiento al respecto.
Hace apenas unas semanas, desde la Junta de Castilla y León se llamaba a la «rebelión cívica» de los ciudadanos, en palabras de su vicepresidente y portavoz. Una respuesta, según se explicó, para que los castellanos y leoneses optaran por el confinamiento voluntario con el objetivo de contener la expansión del coronavirus, más allá de que el Ministerio de Sanidad rechazara otorgar la herramienta para decretarlo a las comunidad autónomas. Rebelión es lo que ahora protagoniza Treviño, acosados por un sentimiento de no pertenencia a una autonomía que les pretende imponer medidas restrictivas extremas. Los habitantes del enclave actúan hoy como lo hicieron hace meses, sin que a nadie pareciese importarle, y responsables y conscientes de su elevada tasa de contagios se acogen a las normas vascas. Dos horas de toque de queda son las que los separan del resto de municipios con los que les une un Estatuto de Autonomía. Enrique Barbadillo, alcalde de Treviño, espera que la solución al conflicto se resuelva o al menos se estudie cuanto antes. Mientras tanto, amenazados por el Covid-19 tanto o más que el resto de Castilla y León, se despide. «Agur», dice.