Diario de Castilla y León

«Vengo a daros las gracias porque salvaron a mis padres del Holocausto»

Carlos Tobes, director de la Misión, recibió en 2008 un agradecimiento que le hizo sospechar de la historia

Carlos Tobes en la biblioteca de la iglesia claretiana de Aranda de Duero. PACO SANTAMARÍA

Carlos Tobes en la biblioteca de la iglesia claretiana de Aranda de Duero. PACO SANTAMARÍA

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IRENE RUIZ | VALLADOLID
Valladolid

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El burgalés, Carlos Tobes , director de la Misión Católica Española de París y capellán en Francia, dice ser el que menos ha hecho en toda esta historia , «me ha tocado recibir noticias y simplemente transmitirlas». Un espectador de lujo que sin darse cuenta formó parte de un descubrimiento que databa de los años 40 y desempolvaba la historia de muchas familias.

Tobes se remonta al año 2008 cuando este misionero doctorado en Teología, después de estar destinado en Filipinas, Honduras, y algunos puntos de España, prácticamente recién llegado a la iglesia claretiana parisina, un día una mujer le agradece su vida.

«Vengo a daros las gracias porque ustedes salvaron a mis padres del Holocausto» . La primera semilla de esta historia la plantó sin saberlo en 2008 una mujer a la que no volvieron a ver más, Tobes se lamenta de no tener sus datos personales para poder dar con ella. El padre Arturo Muiño , en aquel momento el padre superior de la Misión, y Tobes visitaron al padre Chueca, la ‘ memoria histórica’ , un claretiano que llevaba 60 años en París, «el que más sabía de todo esto». Tras contarle lo sucedido «el padre Chueca asintió con la cabeza pero no le dio mayor importancia», cuenta Tobes, quien comenta que era una especie de secreto conocido entre ellos, «algo se sabía pero nadie hablaba con claridad». 

La historia se quedó clavada en el tiempo, en 2008, pero volvió a brotar cuando Santiago López llamó a la puerta de la iglesia claretiana en París con una tesis doctoral aún por terminar. «Me pidió permiso para ver unos archivos que databan de los años 1940 a 1945» , afirma Tobes, quien le abrió la puerta y más conociendo que el embajador de España en Francia y cónsul, «sabían de la investigación a través de López y le  apoyaron en todo momento». Cuenta Carlos Tobes que López se pasó varios días estudiando esos documentos hasta que un día «se marchó muy contento, me dijo que había encontrado lo que buscaba», puntualiza.

Tobes recuerda cuando mostró a Karine Saporta los documentos que certificaban, con la letra del padre Valtierra, las falsificaciones bautismales de sus padres que además se casaron en 1949 por lo católico. «Karine tenía la carne de gallina, esa no es mi familia, se cambiaron los nombres, decía, sus padres no le hablaron de eso solo sabía que la enviaron a París, a un colegio católico», explica Tobes quien recuerda que para Saporta fue tal el impacto que de entrar tensa salió totalmente relajada. Tobes explica que al parecer «no hablar de ello es una pauta general de padres a hijos». Raíces en París

Carlos Tobes llegó conocer al padre Turrillas , uno de los cuatro falsificadores. «Era el verano del 79, yo estaba en el colegio Claret de Madrid y me destinaron un mes a París para que ellos pudieran tener vacaciones», cuenta. «Me encargaron cuidar del padre Turrillas, era muy anciano, hasta que el 31 de agosto se me murió».

Para Tobes la labor que realizaron sus hermanos, «sabiendo lo que arriesgaban» es un orgullo, «estoy impresionado», añade. «Infringieron leyes del derecho canónico incluso pusieron en riesgo la embajada española, como mínimo podían haber sido deportados a España», cuenta. 

Pero, ¿porqué hay tantas raíces castellanas y leonesas en Rue de la Pompe 51 bis de París?. La respuesta la tiene el rey Alfonso XIII quien, en 1913 tras la separación Iglesia-Estado de Francia, compró el Convento de los carmelitas franceses , que ahora regenta Tobes, a la República Francesa, «pensando en los emigrantes españoles y aquellos países de habla hispana y legó el usufructo a los misioneros claretianos para que lo rigieran», explica Tobes. 

Con el traslado de la provincia claretiana de Francia, el gobierno general de Roma «nos encargó su cuidado a la provincia de Santiago, por eso todos somos de Castilla y León o Aragón o Castilla La Mancha». «Y que dure lo que tenga que durar», añade mientras señala que les faltan las fuerzas «estamos contentos pero necesitamos más colaboración, la continuidad es muy difícil».

Carlos Tobes estima que este tipo de historias «es bueno que se sepan y se conozcan» . Y espera que, «ojalá salgan más, lo nuestro es pequeño». Para este burgalés de nacimiento «hay mucha gente que ha pasado por este mundo en silencio pero haciendo mucho el bien», dice mientras recuerda que ha recibido el contacto de instituciones judías para otorgar el título de dignidad de Justo entre las Naciones para el cónsul y los cuatro claretianos, y que la casa de París sea considerada como casa de vida. Tras unas pequeñas vacaciones en su localidad natal, Aranda de Duero, Tobes rehace las maletas y pone rumbo a Rue de la Pompe 51 bis de París, donde, suspira, «la labor social nos lleva mucho tiempo y quebraderos de cabeza, calefacción, goteras...».

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