Diario de Castilla y León

Pedro, un vecino burgalés en paro, es el atracador del Banco Santander abatido en un tiroteo

El ladrón, de 51 años, vivía a escasos metros de la sucursal  a la que accedió a punta de pistola / El registro de su domicilio le sitúa también como autor de otro asalto en un supermercado de su barrio el pasado mes de mayo

Atraco en una sucursal de Banco Santander en Burgos que acabó con el atracador abatido. ICAL

Atraco en una sucursal de Banco Santander en Burgos que acabó con el atracador abatido. ICAL

Publicado por
Diego Santamaría

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Nadie se explica en el barrio burgalés del G-3 qué se le pudo pasar por la cabeza a Pedro , de 51 años, para cometer un atraco a punta de pistola en la oficina del Banco Santander situada a escasos metros de su domicilio, en la calle Duque de Frías. Casado y con un hijo veineañero, extrabajador de una fábrica situada en el polígono de Villalonquéjar, en paro y con «problemas económicos», accedió este jueves a la sucursal poco antes de las 11 de la mañana. Tras amenazar a las empleadas, roció con gasolina a una de ellas y logró huir con un pequeño botín en efectivo . Casualmente, una patrulla de la Policía Nacional de paisano se encontraba por la zona y le dio el alto mientras huía por la calle Condesa Mencía atravesando el parque de la Luz. El asaltante, que portaba un arma de fogueo, encañonó a uno de los agentes y acabó siendo abatido frente al portal de su casa

Fue una trabajadora de la sucursal quien dio la voz de alarma a la sala del CIMACC-091 de la Comisaría Provincial de Burgos cuando Pedro aún se encontraba dentro. Una vez logrado su objetivo, salió corriendo en dirección a su domicilio. Según el relato de varios testigos presenciales que le conocían, una empleada del banco salió tras él mientras hablaba por teléfono, «llorando» y visiblemente «nerviosa» , para informar a la Policía hacia dónde se dirigía.

El atracador se topó con los agentes de paisano tras doblar una esquina y atravesar un soportal que comunica con la calle en la que residía. En ese momento, lejos de deponer su actitud, amenazó a los policías que intentaban detenerle . A continuación, uno de ellos se vería obligado a utilizar su arma reglamentaria para repeler la agresión hiriendo a Pedro en el cuello. El disparo resultó letal , ya que los servicios sanitarios nada pudieron hacer por salvar su vida. 

Con la zona acordonada y un gran despliegue policial, llegaron a movilizarse hasta tres ambulancias para atender a las víctimas del atraco, en evidente estado de shock a raíz de lo sucedido. Como era de esperar, las calles Duque de Frías y Condesa Mencía no tardaron en congregar a muchos transeúntes curiosos que no dejaban de preguntarse qué era lo que estaba ocurriendo. Entre ellos, algún que otro vecino del bloque en el que residía Pedro al que no le quedó más remedio que esperar a que se procediese al levantamiento del cadáver, que tuvo lugar pasadas las 12 del mediodía. 

Para entonces, la noticia ya había saltado a los medios y todo el mundo se preguntaba quién sería el atracador. «Ha debido ser como en el Oeste», comentaba una mujer por teléfono justo antes de que un agente le conminase a no detenerse mientras caminaba por la acera de enfrente. Al poco tiempo, se empezaría a rumorear que el asaltante abatido era vecino del barrio . No obstante, nadie de los allí presentes era capaz de asegurarlo al cien por cien. 

«Normal y corriente»

«Le conozco desde hace mucho tiempo», indicaba a este periódico la propietaria de un comercio cercano a la sucursal del Santander que vio correr a Pedro sin imaginar lo que acababa de suceder. Le llamó la atención que llevase un chaleco con franjas reflectantes y un objeto de color negro en la mano que no pudo identificar , aunque en ese momento no le dio mayor importancia. Junto a ella, la gerente de un bar también observó la escena. Ambas se temieron lo peor cuando vieron a la empleada del banco persiguiéndole con cara de susto. 

La escena transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, sin tiempo para que estas dos mujeres reaccionasen. De repente, oyeron los disparos e, instintivamente, doblaron la esquina del soportal. Allí vieron a Pedro, tendido en el suelo y todavía vivo , tratando de resistirse, gritando, mientras los agentes le indicaban que permaneciese quieto. En cuestión de minutos, varias dotaciones de la Policía Nacional se encargarían de acordonar la zona. 

«Era un vecino normal y corriente, muy correcto» , señalaba una de las testigos, camarera de un bar al que Pedro acudía habitualmente, incapaz de dar crédito a semejante suceso. De hecho, cuando le vio correr pensó que «tenía prisa ». No imaginaba ni de lejos que había atracado la sucursal del Banco Santander y que trataba de refugiarse en su vivienda. 

En otra tienda cercana, su propietaria tampoco entendía por qué este vecino tan conocido en el barrio había tomado una decisión tan sumamente drástica.  Nunca dio «ningún problema» , ni en este establecimiento ni en el bar contiguo al que tanto le gustaba ir. No en vano, muchos de sus vecinos sabían que llevaba tiempo atravesando una mala racha económica . En cualquier caso, «pagaba religiosamente». 

Sea como fuere, nadie hablaba de otra cosa a última hora de la mañana. En las terrazas, en cualquier comercio, en plena calle. La gran mayoría ya estaba al tanto de que el responsable del atraco era vecino del barrio. La incredulidad, como es lógico, imperaba en el ambiente. Pese a todo, el comentario más escuchado guardaba relación con la situación tan desesperada que debía atravesar este hombre para intentar ‘dar el palo’ a una sucursal, en solitario y al lado de su casa, teniendo en cuenta las medidas de seguridad de las que disponen actualmente las entidades bancarias. 

Atraco previo

Ninguno de los comerciantes del entorno del parque de la Luz tuvieron jamás problema alguno con Pedro. Todo lo contrario. Sin embargo, la crisis económica que atravesaba este vecino del G-3 le llevó a emprender acciones desesperadas. Por ejemplo, según ha podido saber este diario, en una ocasión repostó gasolina en una área de servicio de Burgos capital marchándose sin pagar . También, tal y como afirmaba otro residente del barrio, hizo al menos un ‘simpa’ en un bar

Ambos episodios quedan en meras anécdotas si finalmente se confirman las pesquisas que este jueves mismo lograron realizar los investigadores. Según fuentes policiales consultadas por este periódico, todo apunta a que Pedro fue el autor del atraco cometido en el supermercado Lupa de la calle Condesa Mencía a mediados del pasado mes de mayo. Es decir, también cerca de su domicilio aunque en este caso a una distancia mayor: aproximadamente unos 400 metros. 

Aquella vez, el asalto se produjo poco antes de las 5 de la tarde. No había demasiada clientela y el atracador no pudo ser identificado al llevar el rostro cubierto . Pese a ello, la Policía mantenía la investigación abierta, bastante avanzada, y todo parecía indicar que «iba a caer tarde o temprano»

La sorpresa llegaría cuando se procedió al registro domiciliario de Pedro con el consentimiento de su esposa. Una vez dentro, los agentes localizaron varias prendas de ropa que «coinciden plenamente» con las que llevaba el hombre que atracó el Lupa a punta de pistola hace más de mes y medio. A expensas de analizar todas las pruebas, no cabe duda de que el modus operandi empleado en estos dos robos con violencia es prácticamente similar . La diferencia, en caso de que finalmente se acredite que fue Pedro el responsable de dicho asalto, es que en mayo sí logró huir con el botín que había en la caja registradora. 

2 tiroteos en 3 meses

En lo que va de año, dos tiroteos han sacudido a la provincia de Burgos. El de este jueves y el acontecido el 19 de abril en una estación de servicio de Villagonzalo Pedernales, a menos de 10 kilómetros de la capital. Si ya de por sí este tipo de sucesos no son habituales, menos aún los hechos que los propiciaron. 

El tiroteo ocurrido hace cerca de tres meses acabó con la vida de Óscar Antonio Piñón Casal , miembro de la Policía Nacional de origen gallego, a manos de la Guardia Civil. Investigado por Asuntos Internos tras verse envuelto en una operación contra el tráfico de cocaína rosa y éxtasis en Ferrol , el agente se encontraba de baja psicológica. Lo que nadie podía sospechar es que sería capaz de robar la pistola de un compañero suyo en la Comisaría de A Coruña y protagonizar una persecución de película por carretera.

Nada más tener constancia de que Piñón Casal había sustraído el arma, la Policía Nacional se coordinó rápidamente con la Benemérita para intentar detenerle cuanto antes. Una patrulla le daría el alto, ya de madrugada, en la autovía A-231 a la altura de Las Quintanillas y Tardajos. Su respuesta, inesperada para los efectivos que habían montado el control, fue abrir fuego

Después de conducir otros 15 kilómetros por la BU-30 y la A-62, el policía investigado decidió apearse en la gasolinera de Villagonzalo y disparar a bocajarro contra las tres patrullas que le perseguían . En respuesta, los agentes del Instituto Armado respondieron al ataque abatiéndole al instante. Cuando el personal sanitario acudió al lugar, ya estaba muerto. 

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