MENSAJES CRUZADOS
Espíritus críticos
ESO ES lo que se espera en una auténtica democracia. Se espera que los ciudadanos y, por supuesto, los representantes de los partidos de la oposición y de la prensa libre, no comprometida con causas de intereses, mantengan un ‘ten con ten’ a la hora de manejar asuntos cruciales en los que nuestro gobierno pone tanto énfasis para asumir y entender lo que quiere y lo que no quiere que fructifique en el país que es gobernado. Implica, por lo tanto, que se eviten y se destierren, desde la propia administración, los extremismos que suscitan desequilibrios y que no dan cobertura a causas que dejan mucho, mucho, mucho que desear. Porque la moderación suele actuar como baluarte que evita conflictos y todo tipo de confrontaciones que ponen en jaque a millones de ciudadanos. Eso también se llama estabilidad, contrapeso, o modo de dar soluciones a través de acuerdos armoniosos y razonables en los que el ciudadano se siente arropado y protegido por quienes le gobiernan; aunque hayan sido elegidos legítimamente para hacerlo. No puede, por lo tanto, haber gobierno de ricos o de pobres. Debe de haber un gobierno que de cobertura verdadera a un proyecto de país que sea capaz de crear expectativas y que de posibilidades de las que ofrecen futuro. Porque en ese ‘ten con ten’ o modo de negociar de manera inteligente está la verdad a la que aspiramos los que sabemos que una democracia está compuesta por auténticos equilibrios bienintencionados. Y otra cosa distinta es el universo frágil y siempre pedigüeño de los estómagos agradecidos. De esos estómagos que no se llenan con nada, de los que solamente agraden la prebenda diaria y que dejan de ser agradecidos cuando termina definitivamente el argumento que los ponía en situación de privilegio frente a todos los demás. Por esa razón siempre he creído en criticar lo que un gobierno hace es una labor que ayuda a que exista transparencia. Cuando alguien analiza el tratamiento que merecen los gobernantes que solamente se dedican a ‘arrimar el ascua a sus sardinasssss’ y nunca a las que asamos los demás, siempre es por algo. Eso también se llama gobernar por gobernar. O gobernar simplemente -como han dicho el propio presidente Pedro Sánchez y algunos ministros- para que no gobierne nunca la derecha ¡Viva, viva, viva la democracia!
Me aparece un sarpullido cuando escucho cosas de este tipo, tan poco meditadas, tan poco estructuradas y tan manidas... Cosas que en apariencia apaciguan al rebaño afín y dejan fuera de los rediles de la concordia a millones de españoles que pensamos de modo diferente. Porque algunos políticos se atreven a decir: «O piensas como yo o estás equivocado»… No saben que la ejemplaridad y la libertad deben de ser auténticas, nunca interesadas.