MENSAJES CRUZADOS
Mediocridad y vanidad. Todo junto y revuelto
UNA VEZ vino a reparar una avería casera un electricista que tenía tan pocas luces que dos días después todo volvía a estar como al principio o incluso peor. Eso es lo que suele suceder cuando un mediocre se cree un profesional y no sabe por donde anda... El Gobierno de España está tan lleno de de mediocres que me recuerdan mucho a aquel electricista. Ponen parches aquí y allá. Ponen remiendos burdos a los asuntos importantes de un Estado democrático europeo que ve cómo se deteriora todo en poco tiempo. España está decrépita. Está sumida en un proceso incomprensible. Se ha adueñado de ella la peor mediocridad en un silogismo ininteligible que conduce, solamente, a que un país que jugaba en la “Champions League” y que fue clave en el mundo, juegue ahora en la liga que no es liga, en la que juegan esos países que son tan admirados por nuestros gobernantes. Ya me entienden.
La mediocridad es también falta de compromiso, poca preparación y escaso talento.
Y aunque el actual PSOE se las da de partido no extremista, ya aseguró el cardenal jesuita Ángel Rossi que Francisco solía decir que los peores extremistas son los del medio.
Esa es precisamente la mirada del político mediocre, del que está convencido que tiene vocación de servir a los demás ¡Qué pedantería! Quizá cuando lo dicen se refieren a la mirada oscura y torticera del gobernante sin pudor que se mira al ombligo. El escritor Evelio Moreno Chumillas en su obra “Elogio de la mediocridad” asegura que el esfuerzo constante no garantiza el éxito de nada y que el mediocre siente la necesidad imperiosa de explicar constantemente lo que hace, para justificar su propia inutilidad... creo que la incapacidad se viste en la contienda prepotente de los “Eruditos a la violeta”, de esos seres cuasi-analfabetos. Me refiero a los políticos que no ofrecen soluciones y esparcen sus carencias por “doquier”.
Tampoco han leído ni una sola obra de Cervantes y, por lo tanto, no saben que el mediocre está condicionado desde el momento en que nace. Y ahora me pregunto ¿Cómo es posible la cohabitación de tanto mediocre reunido en el gobierno de España? El apagón del otro día es solamente un ejemplo más que connota un gobierno que juega a gobernar a “grosso modo” y que se asesora de un equipo de expertos sin nombre ni apellido ¡Vaya tropa! Cervantes creía que la mediocridad es anuncio del fracaso y también de frustración, que la mediocridad es un defecto de la propia sociedad y por lo tanto y, sobre todo, de quien gobierna esa sociedad. Ser mediocre es un falseamiento compulsivo. La incapacidad para juzgar objetivamente las propias decisiones. Y, por lo tanto, el gobierno de mediocres es el gobierno que hemos de anotar siempre con minúsculas. No merecen más.