Entre el kit y el quid
Tras el susto sin corriente, la fiesta del encendido. Un servidor está perdido en un mar de dudas y preocupado, como tantos, en qué hay entre el kit y el quid. “En caso de perturbaciones extremas, las autoridades podrían no ser capaces de cubrir las necesidades básicas de todos en el periodo inicial de una crisis", Bruselas dixit. Ahora sí que me lo creo. Dio en el clavo el ya creíble documento que nos aconsejaba cómo subsistir en las 72 horas siguientes a desastres naturales, guerras o ciberataques. Apaga y vámonos. Así que era verdad. No hay duda. El kit está más que justificado. El que no lo está es su primo, el " quid”, el de la cuestión. Ya se sabrá. Porque esto es lo mollar, lo importante y lo difícil de entender o resolver y que nos afecta a todos. El kit suena a merienda campestre. Pero es un cesto envenenado que empieza a ponernos los pelos de punta. Ese maletín debe contener suministros básicos como agua, alimentos no perecederos, medicamentos, linterna, radio a pilas y otros elementos útiles. Que cada cual añada lo que necesite. No olvidar velas. Poca broma. Con el colesterol y con el apagón. Nos ha cogido en pelotas. Y sin cerillas ni gasolina. Y sin transistor. Y es que la radio, lo hemos vuelto a comprobar, es el ángel de la guardia en las tormentas. Esta vez -todavía no ha finiquitado- parece que nos hemos salvado tras la pérdida súbita de energía. Vuelvo al kit de supervivencia. ¿Era por esto? Si es así ¿por qué no nos dejaron caer alguna pista? Y si no lo era, ¿qué es lo siguiente? La broma del apagón es pesada y podría haber sido muchísimo peor. Pero mucho. Estos días a los que somos librepensadores, se nos va la pinza. Se muere el papa y se va la luz. Y encima no nos desveló del todo los secretos de Fátima, que advierten sobre las consecuencias de la falta de conversión y la importancia de la oración y la penitencia. Os pasa por no rezar. No es eso, no es eso. Eso es ponérselo a huevo a los “buleros”, que son huéspedes de relato de San “Chista”. No confundir con el que distribuía las bulas de la santa cruzada y recaudaba limosna. O sea, que nos encontramos entre la luz de la luna y el lucero del alba. En estas estamos. Las plagas de Egipto vuelven al planeta azul por cielo, tierra, mar y aire. Alguien en algún sitio de la estratosfera marca con una cruz ciudades, ríos, países… y eso. Nos tocó la cruz y nos dejó sin luz, sin móvil, sin ordenador, sin congelador y sin semáforos. A punto del suicidio colectivo. Pero pasamos la prueba y sin sangre. Sin lágrimas. Solo daños colaterales. Esta vez, el bulo benigno vino de Bruselas. Estabais avisados: lo del kit iba por ahí. Creo que nos han querido probar para ver como andábamos de velas y de obediencia. Y nos han tomado las medidas