Lunes de aguas, lunes de Ábalos

Jose Luis Abalos
SE ACERCA, como que no quiere la cosa el Lunes de aguas, día emotivo como pocos para el Padre Ábalos, que ya advirtió a San Pedro (Sánchez), «me negarás tres veces antes de que cante Puente en la comisión del Senado». Para Ábalos todos los días era lunes de aguas, y las noches, noches de boda. Ya fuera en Ineco o en un parador, como el de Teruel, aunque la leyenda nació en otro. En el primero de su nombre. El de Gredos, enriscado. Poco se ha hablado del de Gredos y mucho se ha promocionado el de Teruel. El lunes de aguas es una tradición de hondo arraigo charro. Ahora las familias lo celebran a orillas de Tormes y lo aderezan con hornazo, que es como la empanada, pero con contundencia y sin miramientos. El caso es que Pedro no conoce de nada a Ábalos, su camarlengo de cabecera en tiempos de reconquista. A Ábalos les costó uno y la yema del otro llevar a Sánchez a Moncloa, previo paso orgánico del Rubicón de primarias. Y como premio se endosó el ministerio que más mola, el de las obras, trenes, aviones, barcos, asfaltos y otras prendas. Y decidió exprimirlo. Pero antiguamente el lunes de aguas era, allá por el XVI, el día en el que bachilleres y otras hierbas procedían a rescatar de las fronterizas aguas del Tormes a las meretrices extraditadas para frenar tentaciones en días de penitencia. Salamanca siempre fue un desenfreno estudiantil. También tiene parador, en un alto, desde el que mira insolente la ciudad. Pero Ábalos ese no lo cató. O no consta, de momento, en la leyenda del indomable. El caso es que a Puente le ha escandalizado, parlamentariamente hablando, que Jessica cobrara sin pisar el ministerio. Si un día les da por hacer arqueo de personal, al ministro perplejo le da un pampurrio. La vida ministerial de Ábalos era un lunes de aguas de los de antes incesante, siempre a la orilla de las aguas bravas de Ineco y de Adif. Y por la pinta del gachó, también se daba al hornazo con lujuria. Y viene sólo, no tiene secretaria.