¡A Puente, no... a Puente, no!

LA CRUELDAD QUE ejercita Génova con los suyos, sede de un partido prisionero de Mazón, desapareció el agujero negro del Ventorro, empieza a ser intolerable. Cuando quieren torturar a alguno de sus parlamentarios, con insistente insistencia en los de Castilla y León, no les taladran la rodilla, ni les meten la cabeza en el váter, ni les conectan dos cables pelados al escroto. Les mandan preguntar a Óscar Puente. Por eso el otro día, se reportaron berridos desde la planta de mando de Miguel Tellado en la sede del PP, de alguien despavorido corriendo por el despacho y gritando: “¡A Puente, no... a Puente, no!”. No se alarmen era sólo otro diputado al que encargaron la pregunta de control al ministro implacable. La vicesecretaria Ester Muñoz, presidenta de las cosa en León, hace tiempo que se dio mus. Fue en los albores de sus ascenso. Por un par de veces salió como si le hubiera pasado el camión de la basura por encima. Dos y no más, Santo Tomás. En Ávila las desgracias se cuentan a pares. Nadie en el PP quiere ser víctima de Puente y su equipo, que, conocido el interviniente, meten el cuezo en su pasado y preparan el panegírico parlamentario. Hemos asistido a escenas dantescas como la de la diputada vallisoletana Cantalapiedra interesada por el drama de la vivienda y salir con la refriega del pelotazo urbanístico del pariente. Si es que se las ponen como a Declan Rice. Todavía no han entendido que Puente no es ni un ministro ni un político al uso y sin filtros. Ni la contención ni la piedad conoce. Pregunten a la abulense Patricia Rodríguez, última escabechina en sede parlamentaria . El único osado que ha conseguido llegar vivo a la prórroga en algún duelo es el segoviano Juanjo Sánz Vitorio. En buena medida porque gasta el mismo desparpajo desacomplejado que el socialista. El PP debería buscar alguien sin pasado para interpelar a Puente. Porque el pasado es eso que regresa cuando menos te los esperas, Contreras.