Diario de Castilla y León

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POR HACHE O POR BE, rara es la semana en la que, por alguna razón inexplicable, no se enzarce Renfe con Castilla y León. Con Valladolid tiene el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible una especial inquina con el soterramiento, que antes pocos entendían. Ahora, con las cartas boca arriba, quien no lo entienda es porque no quiere. Se trata de una infidelidad soterrada que no tiene arreglo. El Ministro del ramo quiere seguir siendo Alcalde de Valladolid desde una bicefalia insostenible. Esta sería la be de burro de una Arcadia feliz que se vende a precio de oro con una nueva estación en disputa para disimular que en realidad se trata de comer paja.

La hache de hincha –o sea, de ojeriza, de encono sostenible–, saltó a la opinión pública el miércoles. El Alcaldísimo de Vigo, el inefable de las luces que quiere vivir en una Navidad eterna, ha pedido a sus amigos de Renfe que acorten el tiempo del viaje entre Madrid y Vigo. ¿Cómo? Suprimiendo las paradas que hace el AVE en Castilla y León. Estamos en la misma cancamusa del siglo XIX cuando nuestros bisabuelos nos decían con toda la razón: a gallego pedidor, el castellano tenedor.

Que el gallego lo ha pedido a quien tiene que pedirlo, es evidente y además lo ha declarado con esa sobradura delirante como si fuera el Puigdemont del Miño. Fernández Heredia, Presidente de Renfe que salió del Ayuntamiento de Valladolid por la puerta de servicio, estaba encantado y «muy receptivo», según el Caballero demandante. Una cacicada que se desactivó desde el momento que a Mañueco se le hincharon los cataplines y exigió una «inmediata rectificación» ante semejante «barbaridad» crapulenta. ¿Fin del conflicto? Imposible el entendimiento con esta tropa de empanadas tóxicas.

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