DISTRACCIÓN DE LA MENTE
Los estupendos
EL PERIODO de la transición española, época que comienza con la caída del régimen franquista y se desarrolla a lo largo de los años siguientes hasta la consolidación de la democracia, ha marcado profundamente la historia de España. La Ley para la reforma política, la legalización del partido comunista en la Semana Santa de 1977, la elaboración, aprobación y publicación de la Constitución Española, el 23-F y otros acontecimientos posteriores sirvieron de vehículo para la adaptación de nuestro país a modelos democráticos similares a los países de nuestro entorno, si bien, con una organización territorial del Estado que no hace más que provocar estragos en los sufridos ciudadanos. Para prueba un botón. El anuncio del gobierno de transferir las competencias en materia de inmigración y control de fronteras a la Generalitat de Cataluña puede terminar de romper de derecho lo que de hecho es ya casi realidad. El proceso de deconstrucción territorial está llevando a un cambio profundo tal y como se venía entendiendo. Pues bien, durante la transición surgió en el ámbito de la derecha Alianza Popular, formación política que estaría capitaneada por los conocidos con el nombre de los siete magníficos, a la sazón, Manuel Fraga, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó, Federico Silva, Gonzalo Fernández de la Mora, Cruz Martínez Esteruelas y Enrique Thomas de Carranza. Los estupendos no se jalaron un rosco. Primero la UCD de Suárez, con mayorías simples, y después el PSOE de Felipe González, con varias mayorías absolutas, dieron con el traste de la agrupación conservadora. Tuvieron que pasar muchos años hasta que el Partido Popular, llegase al poder.
Ahora los estupendos son otros. Sánchez gobierna con Puigdemont. Las imposiciones del expresidente catalán en materia territorial, competencial y económica están siendo determinantes en la gobernación del país. Las Comunidades Autónomas, transformadas en pequeños cuasi estados, están divididas en dos visiones de España. Las que quieren permanecer en el estatus creado por el marco constitucional y las que prefieren avanzar hacia otro sistema político en el que las nacionalidades sean el eje sobre el que se fundamente su razón de ser. A todo esto, hay que añadir el penoso espectáculo que están dando Aldama, Ábalos y Koldo. Estas semanas ha tocado enterarnos por los medios de comunicación de que contrataban en empresas públicas a personas sin seguir los principios básicos de selección habituales en la Administración Pública. Lamentable. ¿Adónde nos dirigimos?