EL COMÚN DE LOS MORTALES
Estupidez natural
Frente al imparable auge de la inteligencia artificial siempre podremos contar con el firme contrapeso de la estupidez natural. La estupidez, como la inteligencia, puede ser natural o artificial. Y en muchos casos viene de serie, sin algoritmos ni metadatos. A pesar de las dudas y problemas que plantea la inteligencia artificial, en muchos casos puede llegar a ser mucho más recomendable que la estupidez natural. Y eso es extensible a todos los ámbitos.
En el ámbito social la inteligencia artificial, utilizada a través de las redes sociales mediante múltiples aplicaciones, ha mejorado las posibilidades de relacionarse de muchas personas incapaces de entablar una conversación o interactuar de forma natural con sus semejantes. Sin embargo la estupidez natural ha conseguido convertir una herramienta tan útil como las redes sociales que, en su origen, servían para recuperar antiguas amistades o mantener el contacto con tus seres queridos en todo el mundo, en un caladero de odio, acoso, informaciones falsas y campañas malintencionadas. Hasta el punto de que en muchos países empiezan a plantearse la posibilidad de prohibir las redes sociales a menores de dieciséis años. Poco me parece teniendo en cuenta que la idiotez natural es pertinaz como la sequía, no entiende de edades y con frecuencia va a más con los años.
Teniendo en cuenta, además, la capacidad de influencia de las redes sociales en el ámbito político y su concentración en tan pocas manos, quizá debería plantearse su prohibición total si no queremos caer todos bajo el poder de personajes tan siniestros como Elon Musk. Y es que la estupidez natural también campa a sus anchas en la esfera política. Presidentes que quieren convertir Gaza en un resort turístico o resucitar el imperialismo demuestran que la inteligencia artificial igual no está tan mal. Pero con todos los que son en Estados Unidos ¿no hay nadie mejor para presidir el país? Cualquier sistema de inteligencia artificial podría gestionar mejor la Administración americana.
Y por aquí tampoco nos libramos, que tenemos a cada personaje al que chat GPT le da mil vueltas. O acaso no sería mejor que algún Ministerio o algún que otro organismo público nacional, regional y local fueran gestionados por la tan denostada IA. No debemos despreciar las enormes posibilidades que en este campo nos abrirá la investigación en los próximos años porque, hoy por hoy, no sabemos cuáles son los límites de la inteligencia artificial pero los de la estupidez natural sí. No tiene.