El debate sobre Castilla y León está más abierto que nunca, en el PSOE

Una proyección de drones en León dibuja el lema Lexit durante las fiestas
El debate existencial sobre Castilla y León es un elemento cíclico de la política. Especialmente de la política improductiva, que vive de la letanía del victimismo. Y esos ciclos adquieren mayor o menor intensidad en función de los tiempos. De los tiempos electorales, especialmente. No olvidemos que estamos en la recta final del mandato autonómico que desembocará en unos comicios a principios de 2026. Y es un debate que también brota en función de la necesidad existente de alimentar egos, especialmente egos políticos. José Antonio Diez no es el primer mandatario socialista que ha hecho del sentimiento leonesista un presunto aliento electoral. Aunque es cierto que nadie había llegado a tanto. En ese sentido le honra la honestidad de poner las cartas sobre la mesa. La cartas de su apuesta, que es, nada más y nada menos, que romper el actual mapa autonómico y crear una 18ª comunidad autónoma. No creerá que consiste únicamente en poner unas rayas en un mapa, copiar un estatuto al uso y establecer otra estructura administrativa en un territorio. Es desconfigurar para reconfigurar España. Por eso es un asunto que no es que competa únicamente a los de León. O a los de León, Zamora y Salamanca. O a los de León y Castilla. Compete a todos los españoles. Porque los argumentos que sirven para derrocar el independentismo en Cataluña o el País Vasco al PSOE también sirven para argumentar contra el plan de la ruptura de Castilla y León. Y el principal de los argumentos es que concierne a todos los españoles el asunto.
Que Castilla y León transita por un delicado alambre de desequilibrios territoriales es algo que se ha dicho hasta la saciedad en estas páginas. Y que es la política, la de todos los órdenes, la que tiene que ocuparse de reequilibrar estabilidades, realidades y horizontes, también se ha dicho. Y sin ir más lejos se puede llevar la cuestión a territorios como el de Extremadura en su conjunto o partes de Andalucía y Aragón, sin ir más lejos. Porque el alcalde de León y quienes comparten sus tesis no viven en una realidad ajena. Somos lo que somos y nuestras circunstancias. Y nuestras circunstancias son formar parte de una única nación, cuyos problemas y soluciones competen a todos sus ciudadanos.
Y aunque el victimismo no es el camino, ni la ruptura es el camino, el debate está reabierto, si es que alguna vez estuvo cerrado. Y es legítimo desde la política, el respeto y el Estado de Derecho. Pero es el PSOE el primero que tiene que resolverlo si quiere ser alternativa real alguna vez en Castilla y León. De reinos imaginarios no se vive. La indefinición no deja poso en la política y es refugio sólo de mediocres que aspiran a estar, pero no ambicionan ser.