La política de verdad
POR UN LADO está la política del relato y las palabras y, por otro, la política de los hechos y de las medidas que mejoran la sociedad; por un lado está la política de la propaganda y la retórica plana y, por otro, la política que sirve para ayudar a resolver los problemas de los ciudadanos; y por un lado está la política del miedo a la crítica y de evitar problemas y charcos y, por otro, la que asume el riesgo de tomar decisiones.
Decía el otro día el consejero de Medio Ambiente, con motivo de un acto de entrega de viviendas, que eso son hechos y no anuncios ni parafernalias. Supongo que es un buen resumen de esos dos tipos de políticas. Al margen de estrategias de comunicación, que una Administración Pública financie hasta en un 75% el pago de la renta por el alquiler de una vivienda a quien más pueda necesitarlo es un ejemplo, por muy simple que sea, de lo que debería ser, en otras magnitudes, la política de verdad, la política de los hechos, la política de las soluciones, y, en definitiva, la política útil. No se trata de magnificar una simple iniciativa de carácter local, sino de destacar lo que representa frente a quienes conciben la acción pública como un modo de sobrevivir a los problemas sorteándolos sin que les salpique, en vez de afrontarlos.
A priori no parece necesaria mucha valentía para ayudar económicamente a quienes no tienen suficientes recursos para alquilar una vivienda pero, incluso para estos casos, hay políticos que, en un ejemplo de lo que es esa política de escaparate, mantienen posiciones en contra de las ayudas pensando más en el enfado de quienes no las reciben que en el alivio de quienes ven resuelto un problema tan importante gracias a la acción política más allá de relatos y discursos vacíos.
Es evidente que, actualmente, uno de los principales problemas de los españoles es, pese a las brillantes estadísticas macroeconómicas, poder acceder a la compra o alquiler de una casa para poder vivir. Algo tan esencial como eso. Poder tener una vivienda en la que poder emanciparse o desarrollar un proyecto de vida. Hemos escuchado ya todo tipo de medidas, anuncios, propuestas y disposiciones normativas que, o no han servido para nada, o han servido para agravar el problema limitando la oferta de viviendas. No es que las viviendas entregadas por la Junta ni las ayudas anunciadas para el alquiler vayan a solucionar ni mucho menos el problema pero marca la diferencia, aunque sea en una mínima escala, entre la política de verdad y la política del relato.