AL SERENO
Desconfiar siempre
ONCE años han pasado ya desde que el barrio burgalés de Gamonal ascendió al olimpo de la kale borroka antisistema por obra y gracias de las hordas de vecinos bienintencionados -qué culpa tienen- y otros manipulados; viejecitas protestonas; maduritos meticones; jóvenes buscando camorra, calimocho en mano; y muchos, muchos activistas de extrema izquierda, antisistemas y delincuentes del vandalismo callejero. Los disturbios que pusieron patas arriba el barrio, con sucursales bancarias reventadas, decenas de contenedores calcinados y el mobiliario urbano echado a perder supusieron, como ya he dejado escrito muchas otras veces, que el barrio se ha quedado anclado en el tiempo, con casi las mismas infraestructuras y desarrollo urbano que yo conocí de niño. Hoy, de nuevo, un proyecto para el barrio de Gamonal está en disputa con las mismas trazas que hace once años. Últimamente he caminado mucho por el pueblo viejo de Gamonal, viendo con mucha pena el abandono total al que está sometido por culpa, también, de las estúpidas regulaciones que le afectan por discurrir a la vera del Camino de Santiago. La confitería en la que de pequeño compraba los chicles por un duro está derrumbada, como otras muchas casas sin tejado, víctimas del abandono. Gamonal ha sido, es y será un barrio víctima de la especulación más voraz en el que campa la triple fila, la inseguridad, el vandalismo y abundan ya los locales vacíos. Pero por eso no se manifiesta nadie. A los vecinos que salieron detrás de una pancarta en los 70 exigiendo que la urbanización del barrio la pagase el «especulador» y no los residentes se les caería la cara de vergüenza si levantasen la cabeza y se percatasen de que hoy en día Gamonal es un barrio secuestrado. Pocos osan en público a salirse del dogma de que vandalizar el barrio, enfrentarse con la policía y vetar cualquier obra municipal es el ADN de sus gentes, de un barrio libre y obrero que no se pliega. Ojalá que quienes sí hablan en privado tengan la opción de votar cuando el Ayuntamiento de Burgos pase consulta sobre su proyecto de aparcamiento en altura. Aunque ya está preparado el bulo de la manipulación y el amaño si el resultado fuera favorable, descuiden que en eso no fallan los que llevan la mentira en su ADN. Lo que hay que respetar siempre es que los vecinos puedan opinar -o votar si fuera el caso- en conciencia lo que les parezca más conveniente para sus propios intereses, pero la clave está en que en esta ocasión, visto lo visto, conviene que se informen y reflexionen. Que se pregunten a quien beneficia que no se levante un aparcamiento más barato en Gamonal. Quienes tienen plazas de garaje a la venta, qué historia tienen detrás quienes tiran de los hilos de la gente que salta a primera fila de la protesta. Como decía siempre el buen amigo Toni, «hay dos cosas que nunca hacen mal al hombre: el caldo de gallina y la desconfianza». Dos tazas.