Diario de Castilla y León

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LO DE MUFACE es ya una merienda entre políticos indecentes que, con toda la impunidad, quieren robar a los ciudadanos la cena. Quieren dar matarile a un millón y medio de funcionarios y a sus familiares –tres millones en números redondos–, suprimiendo los servicios médicos a los que tienen derecho porque, sencillamente, lo pagan con sus cuotas mensuales y con sus copagos farmacéuticos y hospitalarios. Un caso, y sin que sirva de ejemplo: este servidor lleva cotizando a la Mutualidad desde 1969. Es decir, 56 años a cuentateja. ¿Van a reintegrarme estos ladrones mis cuotas por incumplimiento de contrato?

Dicho lo cual, aclaremos un concepto básico en las cuentas públicas de un estado con derechos y obligaciones. El Gobierno totalitario de Sánchez no paga de bóbilis bóbilis –por la jeta– la sanidad de los funcionarios, como se da entender desde los ministerios de Sanidad y de Administraciones Públicas, donde rige un principio: todo lo que no consideran suyo, ha de ser demolido por sistema. La sanidad de los funcionarios se la pagan los funcionarios a cambio de unos servicios contractuales.

Hace unos días, salió la Ministra de Sanidad diciendo que el modelo sanitario de Muface «es anacrónico e ineficiente». Lo anacrónico en una sociedad libre y democrática es que haya en el Gobierno una comunista donde lo anacrónico es doctrina y lo ineficiente una antigualla con corsé. Tanto, que otra comunista como Yolanda Díaz, ha decidido que los funcionarios de su Ministerio –esta vez gratis y a cargo del presupuesto–, tengan acceso a las pruebas sanitarias que se incluyen en Muface. Esto sí que es anacronismo, ineficiencia y embudo canallesco. En una democracia, los derechos rigen, y los vicios se los paga cada uno de su bolsillo.

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