Diario de Castilla y León

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CUARENTENA: dícese del periodo de cuarenta días de protección de la ciudadanía frente a posibles contagios de enfermedades de personas o animales con el fin de evitar plagas o epidemias. La RAE lo define también como el aislamiento preventivo a que se someten durante un periodo de tiempo por razones sanitarias a personas, animales o cosas.

Desde esta perspectiva quizá debemos agradecer el acto de generosidad de nuestros políticos tomándose cuarenta días de vacaciones legislativas con motivo de la Navidad en una muestra clara de loable preocupación por la salud mental de la ciudadanía. Cuarenta días son los que, entre unas cosas y otras y al margen de las picardías sobre el periodo hábil de sesiones, se han tomado nuestras Señorías parlamentarias ofreciendo a la sociedad una especie de cuarentena política que los castellanos y leoneses agradecen profundamente.

Pese a lo que pueda parecer, no se puede negar que son unas merecidas vacaciones teniendo en cuenta el enorme esfuerzo mental al que se ven sometidos nuestros Procuradores en las interminables tardes de Pleno sacando lo mejor de si mismos en beneficio del interés general. Pocos días de vacaciones son si reconocemos la concentración y preparación que exigen sus elaboradas intervenciones en la tribuna para mejorar con sus imaginativas propuestas la vida de todos los ciudadanos; o si valoramos como se merece el ímprobo trabajo que desarrollan nuestros legisladores en las comisiones parlamentarias para sacar adelante medidas en favor de los castellanos y leoneses por encima de disputas partidistas o debates personalistas que no conducen a nada sacrificando su ego por el interés general.

A pesar de todo, inexplicablemente la ciudadanía no les ha echado de menos durante estos días de merecido asueto. Nadie se ha acordado de ellos ni las cosas han dejado de funcionar. Es más, diríase que la mayoría de ciudadanos les concederían dos o tres cuarentenas más para que se quedaran en su casa descansando en agradecimiento a su esfuerzo y generosidad. Todo sea por el bienestar y la tranquilidad, tanto de los sacrificados Procuradores como, sobre todo, de la sufrida ciudadanía. De todas maneras, siempre habrá algún aguafiestas que, viendo que nadie les echa en falta y que su ausencia no afecta en nada al normal funcionamiento de la sociedad se pregunte: ¿entonces, para qué valen? Ya se sabe que el mundo está llenos de desagradecidos.

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