MENSAJES CRUZADOS
Sánchez no es de fiar
No lo digo yo, lo ha dicho el propio Charles Puigdemont que se supone que conoce bien al presidente del gobierno. Sabrá por qué lo dice y en qué términos lo dice. A mi jamás se me hubiese ocurrido afirmar una cosa semejante y menos, teniendo en cuenta, que el “sanchista” Pedro Sánchez - de momento y si Puigdemont no lo remedia - seguirá siendo el presidente de todos los españoles y por lo tanto también mi presidente.
Escribo esto con cauteloso respeto, pues solamente anoto en mi columna lo que ha dicho el expresidente de la Generalitat de Cataluña. Ya que siempre he entendido que la prensa ha de estar comprometida con la verdad que viene definida en los parámetros que ya ha dispuesto el gobierno para combatir la supuesta desinformación. Y es que siempre he creído que las noticias han de ser veraces, contrastadas y no han de contener mensajes engañosos que equivoquen a quienes desean informarse.
Nunca me he identificado con el alboroto informativo, con el desorden informativo, ni con las retóricas torticeras que cuentan medias verdades ininteligibles. Porque asumo que el poder de la prensa ha de estar limitado en un proceso en el que se vierta lo legítimo y rigurosamente verdadero.
Sin embargo, en esta breve columna opino en libertad, ya que se supone que es un derecho inherente a la propia democracia. Por lo tanto, ejerciendo de demócrata, me limito a valorar lo que se ha venido diciendo.
Sánchez y el gobierno de Sánchez, han debido de verse sorprendidos ante todo este tipo de declaraciones por parte del político catalán y han respondido diciendo que Sánchez es de fiar. Pero Puigdemont, ahondando en el asunto, solicita una cuestión de confianza que ha debido erizar los ánimos sanchunos - como diría Antonio Piedra - y aunque la posibilidad de plantearla, es decir, la iniciativa de su planteamiento corresponde en último término al presidente del gobierno; sabemos que corre el riesgo de que los que dijeron “sí” para elegirlo presidente digan ahora lo contrario... “Las cosas no van bien”. También aseguró Puigdemont abundando y hurgando en los ceñidos asuntos que plantea.
La política española está alterada y muy manoseada por los espejismos y narcisismos que retienen el poder sin medir las consecuencias, y por eso me pregunto ¿El gobierno de España se ahoga en el inmisericorde deseo de gobernar por gobernar y de seguir gobernando “in saecula saeculorum”?
La torpeza de un gobierno que regresa siempre a las dos españas secularmente enfrentadas dará mucho para hablar, porque los españoles ya nos estamos dando cuenta de que esta es una guerra ajena a todos nosotros y que precisamente la Navidad es tiempo de concordia. Celebremos la Navidad