Diario de Castilla y León

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A veces, sólo a veces, como el diputado ese de Segovia del PSOE, José Luis Aveces, el consenso te lo encuentras sin pretenderlo. Es lo que tiene el infierno de la política, que está plagado de buenas intenciones. Consenso es lo que alcanzó la Junta el Día de Castilla y León en todos los rincones del territorio, esparciendo festejos e iras por todas partes. Consenso. A unos y a otros. Principalmente a los de León y a los de Valladolid, que, inexplicablemente, parece que es donde se resume la Comunidad a decir de la inquietud política. A los unos, los del Reino de León, porque no otean motivo de celebración más allá del festivo laboral. Y a los otros, los del otro Reino de Castilla, porque entienden que Villalar es Villalar y no una docena de Villalares. Tenemos estadistas por encima de nuestras posibilidades en la Junta. Los hay que cuando mean piensan. Si algo enseñaron sus mayores al PP, Posada, Lucas y Herrera, porque el otro fue siempre un arrogante, es que esta es una comunidad de consensos y sosiegos. Y las cosas deben caminar por la senda de la prudencia, sin excesivas pretensiones, para alimentar el irresoluble dilema de las identidades. Pareciera que la estrategia la hubiera diseñado la UPL. A Luis Mariano Santos, líder supremo leonesista, todavía no se le ha borrado la carcajada del rostro. ¿No se entera el PP que la UPL se alimenta de los desatinos del PP? Dos fiestas más, con Quiñones por banda, veremos el advenimiento del leonesismo absolutista. Afortunadamente para las aspiraciones de Mañueco, el experimento ha sido a año vista de urnas. La próxima edición del 23 de abril se acabaron las zarandajas, viandas y medallas. Al tiempo. Mientras, Pollán, jugaba a los bolos en la explanada de las Cortes de Puertas Abiertas. A ver si le da por entrar un día a Tudanca. Entre bolo y bolo, VOX sigue inmerso en un soga-tira intestino. Y a todo esto, va Sánchez, Pedro, que es un maestro de la estrategia, y amaga con elecciones.

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