Diario de Castilla y León
Imagen de archivo de una urna electoral.- EUROPA PRESS

Imagen de archivo de una urna electoral.- EUROPA PRESS

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El periodo electoral es un gran moscoso. Se justifica la inactividad. Se saca brillo a las sillas que van a cambiar de culo. Proyectos al cajón y vuelta a empezar con otros que posiblemente no vean la luz. Mentirijillas nada piadosas. Y así hasta la próxima urna. Cuatro años no es nada para hacer algo serio. Servidor, que va para mayorín, se ha hecho un tipo mal pensado de oficio. Entre todos me han desvirgado de ingenuidad y ya ni me creo la cara justa y revolucionaria de los zurdos ni la de la pureza paternal de la diestra, siempre acomodada. Ambas márgenes, diestra y siniestra, son casi lo mismo: comen, visten, gastan, vacacionan y tienen el mismo calor en casa. Me cuesta discernir. Ya ni creo en las viñas prefiloxéricas ni me fascina la cocina sideral. Solo me convencen los agentes de desarrollo rural y los gestores culturales. Sobre ellos debería descansar el reto despoblacional y no tanta cancha mediática a ceos, sociólogos, psicólogos, politólogos, marquetinianos y toda esa panda con cara y corazón de cemento armado que reman y flotan en divertidos y costosos foros. Sin pisar surco. Asunto que en pocos programas políticos se profundiza estos días con “toma de tierra”. De ahí, que servidor afronte agnóstico, escéptico y peripatético este periodo de gestos y mentiras, promesas, ataques a los contrarios y a los propios y alguna puñalada de kilómetro cero. Nunca entenderé esos ataques y descalificaciones mentirosas. Para alguien como un servidor, que durante tantos años ha seguido de cerca la palabra y obra de consejeros/as, directores generales, alcaldes, concejales, párrocos y tamborileros, tenderos y comediantes, me rechinan esos dardos envenenados de unos y de otros. Tuve la suerte de haber vivido el momento más activo y gratificante del cambio en esta región en materia de políticas rurales, turísticas, patrimoniales, agroalimentarias y vinícolas y solo tecleando el archivo aparecen nombres y apellidos de muchos que lo hicieron bien, que se lo llevaron, que hicieron reír y llorar y que se gastaron lo que no teníamos. Pero, aun así, tejieron el mapa del cesto de la transformación que hoy dibujamos y sentaron las bases del sector agroalimentario y turístico. Cuando escucho a los unos que aquí no se ha hecho nada de nada, alucino por su insolencia e ignorancia, y cuando escucho a los otros que lo han hechos requetebién, flipo y me descojono al consultar mi arcano personal, hemeroteca íntima y archivo indiscreto de su memoria reciente. Nunca ha tenido esta región tanto “mindundi” en las políticas de cerca y de lejos. Sin toma de tierra. Sin haber bailado jamás con lobos, sin aprobar la asignatura de geopolítica rural y humana y andando con mochilas vacías de experiencia. Que ustedes lo voten bien.

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