Diario de Castilla y León

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Mientras que la vida cotidiana se hace cada vez más cómoda para la gente de las ciudades, la de los pueblos pierde más y más cosas: primero las comodidades, ahora también las necesidades. ¿Un supermercado a poca distancia? Un sueño para muchos habitantes de las zonas rurales. ¿Un médico en los alrededores? No hay dinero para eso ni suficientes profesionales que quieran bregarse en el territorio. ¿Un banco? ¡Pero si aquellos que se apropiaron de nuestras cajas se han llevado hasta los cajeros! ¿Una conexión a Internet de alta velocidad? Como no lo arregle Elon Musk con sus satélites, apañados vamos. El desmantelamiento de la vida en los pueblos continúa, mientras asistimos impávidos permanente sainete de promesas.

Somos testigos de la generalizada indiferencia de los responsables políticos ante las demandas de mejora de calidad de vida y de infraestructuras en los pueblos a lo largo de los últimos 30 años. El último desprecio -uno más en la lista de agravios- reside en la falta de voluntad para aplicar la llamada fiscalidad diferenciada, en forma de beneficios fiscales para las empresas, en aquellas zonas más afectadas por la despoblación, como Soria, Zamora, Teruel o Cuenca. No se trata de un privilegio extemporáneo o de una muesca más en la batalla fiscal que enfrenta a socialistas y populares, sino de una recomendación directa de la Unión Europea para facilitar la implantación de tejido industrial en zonas rurales deprimidas. Teruel Existe apoyó los Presupuestos para 2022 del Gobierno a cambio de poner en marcha estas ayudas desde el pasado 1 de enero. Desde entonces, solo excusas. Todo un ejemplo de preocupación por las gentes de nuestros pueblos. ¿El Gobierno de la gente? Mientras no sea de pueblo, quizá.

No se preocupen, porque en pocos meses llegan las elecciones municipales y con ellas de nuevo las promesas. El problema, por encima de lo económico, sigue siendo de voluntad. Da la impresión de que nadie le ha preguntado a un joven que se ha mudado fuera del país por qué lo ha hecho. Ni por supuesto qué tendríamos que hacer para que regresara. La mayoría parece aceptar que las ciudades representan el futuro y los pueblos un modelo desconectado del pasado. Cabe preguntarse qué pasaría realmente si alguien tomara nota, de una vez por todas, de iniciativas personales, como la impulsada por la Fundación Arraigo, que ha logrado atraer a 230 familias a distintos pueblos, o la de Vecinos por Belorado con la única Concejalía de Repoblación que existe en España y que ya ha logrado asentar a 24 nuevas familias en su municipio. ¿Y si para variar escuchamos?

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