Diario de Castilla y León

SINDICALISMO

«Desgaste, sacrificio y altruismo» en defensa del campo burgalés

Gabriel Delgado (UPA) y Julia Quintana (Aura Fademur) analizan el pasado, presente y futuro de un sector cada vez más sumido en la «incertidumbre». Discrepan en muchas cosas, pero coinciden en lo fundamental

Julia Quintana y Gabriel Delgado, en la sede de UPA en Burgos

Julia Quintana y Gabriel Delgado, en la sede de UPA en BurgosECB

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Llevan mucho tiempo en el mismo barco. En el de UPA, aunque las siglas son lo de menos porque lo que realmente importa es defender los intereses del campo. El de Burgos como punto de partida sin perder de vista al resto de Castilla y León y al país en su conjunto. Gabriel Delgado y Julia Quintana son una especie en peligro de extinción. Su afiliación sindical les ha generado más quebraderos de cabeza que otra cosa. Pero ahí siguen, al pie del cañón, con la esperanza de que alguien tome su relevo con la misma ilusión que ambos han depositado durante todos estos años.

Situarse en primera línea como secretario provincial de UPA conlleva «desgaste personal y sacrificio familiar». Delgado, de sobra conocido entres las organizaciones profesionales agrarias (Opas) de la Comunidad por hablar en plata y sin eufemismos, se metió en esto por vocación. «Cuando defiendes los intereses del resto no estás en tu casa. Son muchas horas fuera al servicio de los demás». Cuestión de «altruismo», en resumen, porque «la gente del campo merece que se les ayude».

«Altruismo total». En eso Quintana, presidenta de Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales en Burgos, coincide plenamente con su compañero de organización. En su caso, lo que más le motiva es que «la mujer rural tiene voz, una voz que antes no tenía». Si algo ha aprendido a lo largo de todos estos años -18 para ser exactos- en la Junta Directiva, es que «queremos quedarnos en los pueblos, vivir aquí y luchamos por ello».

«El problema es que no hay relevo», admite Delgado. «Esto ya no lo quiere nadie porque es muy sacrificado», lamenta sin querer generalizar porque siempre hay excepciones como la de COAG en Burgos, con el veinteañero Diego Saldaña al frente. Aun con todo, le gustaría que su Ejecutiva se rejuvenezca, que entren nuevas generaciones con «mentalidad de luchar y de trabajar por los demás». Tanto lo desea que, llegado día, dará un paso atrás encantado de la vida.

Ayer y hoy

Mucho ha cambiado el campo, demasiado, desde que Quintana y Delgado asumieron las riendas de sus respectivas explotaciones agrícolas y ganaderas en Cilleruelo de Abajo y Humienta. El panorama ha ido «a mejor» por las nuevas tecnologías, reflexiona el líder provincial de UPA, orgulloso de ver cómo «el sector se ha profesionalizado». Pero todo tiene su contrapartida. En este caso, tal y como apunta la presidenta de Aura Fademur, «hay mucha gente mayor que no sabe utilizar esas tecnologías». 

Entre medias, ambos coinciden en la escasa rentabilidad del sector, algo que desanima a la juventud porque la inversión resulta colosal y «el precio sigue siendo el mismo que cuando sus padres y sus abuelos eran agricultores y ganaderos». «El presente está oscuro», sentencia Delgado. «Muchas exigencias para tan poco rendimiento». A pesar de tanta «incertidumbre», que no la niega, Quintana discrepa. «Soy más optimista que Gabriel. 

Las mujeres queremos volver al pueblo y a los jóvenes les veo con ilusión. Esto no va a ser el bum, pero por lo menos se va a poder mantener y no dejar entrar a tanta multinacional que lo va a arruinar todo quitándonos las tierras para poner aerogeneradores y placas solares». No en vano, ve sumamente necesario «incentivar a los jóvenes para que se incorporen». Por lo menos, dándoles «facilidades» a la hora de pedir un préstamo, ya que empezar de cero en los tiempos que corren conlleva «hipotecar a toda la familia».

Si por algo se caracterizan estos dos sindicalistas burgaleses es por su defensa a ultranza del medio rural. Cada uno a su manera, pues confrontan en diferentes aspectos fuera del ámbito agrario. En lo fundamental, por contra, se ponen rápidamente de acuerdo. Por ejemplo, a la hora de exigir menos trabas burocráticas -en la PAC y en otras tantas cuestiones- y medidas de choque para evitar la progresiva desaparición de explotaciones ganaderas.

De cara al futuro, la esperanza no se pierde. Por varios motivos. El primero, palpable a lo largo de este 2024, es que el sector sabe movilizarse como es debido y generar el suficiente impacto como para que sus peticiones, aunque con cuentagotas, se tengan en cuenta. Por otro lado, Quintana destaca la progresiva incorporación femenina al campo. «Antes te decían: ¿dónde vas, loca? Había muchas mujeres agricultoras, pero no cogían el tractor. Ahora hay padres que todavía son reacios, pero luego están súper orgullosos de que sus hijas hayan cogido la explotación».

Si Quintana tuviese hoy 20 años, «no cambiaría nada» y seguiría el mismo camino. Y Delgado, aunque sea su pasión, buscaría otra forma de ganarse el pan porque «no sé si sería viable poder mantener a mi familia como lo he podido hacer hasta el momento». Lo dice, eso sí, con la «boca pequeña». En el fondo, se lo pensaría dos veces porque el campo es su vida.

«Entre el mosquito y el lobo, al final nos quedaremos sin ganado»

Cada estadística supone llevarse las manos a la cabeza. Por eso Gabriel Delgado prefiere no hablar de cifras sino de casos concretos. Conoce la provincia de Burgos de pe a pa y sabe cómo está la ganadería en cada comarca. La tónica general, por desgracia, es que muchas explotaciones se ven abocadas al cierre.

Aparte de los precios, los ganaderos han de convivir con los cánidos o la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE). «Entre el mosquito y el lobo, al final nos quedaremos sin ganado», lamenta Julia Quintana antes de poner el foco, junto a Delgado, sobre el encarecimiento del lechazo para esta Navidad y la más que previsible entrada de productos foráneos con nulos controles sanitarios.

En clave social, el líder provincial de UPA critica al típico «urbanita que va al pueblo en verano y se queja de la ganadería». De hecho, conoce el caso de un productor de ovino que, por esto mismo, «tuvo que quitar a sus mastines y ahora el lobo está actuando a sus anchas».

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