BURGOS
Un perro metálico entre cepas: así es el nuevo aliado rural
Un equipo del ITCL ha desarrollado un robot cuadrúpedo capaz de recorrer viñedos de forma autónoma, analizando el estado de las uvas y detectando enfermedades gracias a inteligencia artificial

Integrantes del Área de Tecnologías Robóticas en ITCL, en las instalaciones del centro en el polígono de Villalonquéjar de Burgos
Cuando las viñas reciben la visita de un robot con patas, algo está cambiando. Y es que la tecnología, que solemos imaginar entre cables y oficinas acristaladas, también puede tener tierra bajo las patas.
La innovación también puede nacer entre cepas retorcidas y caminos de polvo. En el ITCL (Instituto Tecnológico de Castilla y León), un equipo multidisciplinar ha desarrollado una plataforma cuadrúpeda -un robot con patas- capaz de recorrer viñedos como si fuera un perro explorador. Pero con una misión muy concreta: analizar el estado de las uvas, detectar enfermedades y prever cosechas con una precisión quirúrgica.
Detrás del proyecto hay una historia personal. La de alguien que cruzó Europa estudiando inteligencia artificial, que trabajó en centros punteros de robótica en Reino Unido y que, tras años en el extranjero, decidió volver para aplicar su conocimiento a los retos de las industrias locales. Porque el futuro del campo también se escribe en código, con algoritmos entrenados entre simuladores de viñedos y cepas de plástico.
Adrián Salazar Gómez, que ahora coordina el Área de Tecnologías Robóticas en ITCL, es la persona detrás de este proyecto. La verdad es que su recorrido es bastante interesante: tiene una formación dual, no solo en Administración y Dirección de Empresas, sino también en Inteligencia Artificial, lo que le da una visión bastante completa y única.
Desde siempre le ha apasionado la robótica, cuenta. Ya de pequeño disfrutaba mucho viendo películas con robots, y actualmente dedica bastante tiempo a leer artículos científicos sobre robótica que le fascinan. Por eso, cuando tuvo la más mínima oportunidad de involucrarse en robótica inteligente, no dudó ni un segundo.
El objetivo de este robot cuadrúpedo, que se mueve con sorprendente soltura entre las viñas como si fuera parte de la fauna, es facilitar el control detallado de grandes plantaciones. Y no solo eso: ayuda a prever producciones, detectar enfermedades de forma temprana y, con ello, reducir esas pérdidas silenciosas que tanto afectan al campo -desde plagas hasta afecciones más complejas- que a menudo implican menos producción, uvas de menor calidad o incluso daños a la fertilidad del suelo.
En definitiva, lo que busca este autómata es cuidar la viña como lo haría un viticultor experimentado, pero con la ventaja de poder hacerlo a gran escala y sin cansarse. Además, este tipo de tecnología puede marcar la diferencia en momentos clave del año, como la vendimia, donde cada decisión importa y cada día cuenta.
Porque detrás de sus patas metálicas y sus sensores, lo que hay es una herramienta pensada para apoyar, no para reemplazar. Una especie de aliado silencioso que recorre los campos recopilando información valiosa para tomar mejores decisiones, y que, poco a poco, está cambiando la forma en que entendemos el trabajo en el viñedo.
Este robot recorre terrenos complicados independientemente de su estado y desnivel, inspeccionando viñedos mediante sus cámaras y algoritmos de inteligencia artificial que evalúan el estado de maduración de las uvas y generan informes resumidos para los gestores agrícolas. Esta tecnología también permite detectar enfermedades y es aplicable a otros cultivos como las fresas, por ejemplo.
El dispositivo incorpora una cámara de alta resolución a color, conectividad 4G y 5G, un LIDAR (similar al utilizado en vehículos autónomos para detectar obstáculos) y un ordenador compacto para ejecutar los algoritmos de IA.
La IA, el "alma" de este cuadrúpedo, requiere entrenamiento con imágenes etiquetadas por humanos para aprender a reconocer elementos específicos. Para este proyecto, se han recopilado imágenes de viñedos en Burgos y Arlanza, marcando manualmente la ubicación y tipo de las uvas. Dado que esta tarea es ardua y repetitiva, el equipo de realidad virtual del ITCL desarrolló un simulador hiperrealista basado en un viñedo virtual donde podemos modificar las cepas y obtener imágenes automáticamente etiquetadas, facilitando enormemente el entrenamiento de la IA junto con imágenes reales.
Actualmente, esta IA entrenada con simulaciones e imágenes reales está especializada en determinar el estado de maduración y el conteo de uvas para predicciones de producción. También están desarrollando otra IA para detectar anomalías y enfermedades en productos agrícolas, que incorporarán próximamente al robot.
Esta plataforma no compite con los agricultores, sino que les libera de tareas repetitivas y agotadoras, evitando errores causados por fatiga, señala Salazar. Además, en lugar de realizar muestreos parciales, permite analizar exhaustivamente todas las uvas, proporcionando información mucho más precisa sobre el viñedo. Las rutas que realiza el robot son predefinidas en mapas de forma autónoma.
Las tecnologías aplicadas para este dispositivo son la inteligencia artificial, complementada con herramientas avanzadas de localización y movimiento robótico. Por otro lado, el mayor desafío fue la recolección y generación de datos. Tuvieron que visitar viñedos reales y construir un viñedo artificial realista en laboratorio con cepas artificiales que imitan con asombrosa semejanza a las reales para pruebas internas. Para recopilar imágenes contaron con la ayuda de viticultores de la DOP del Arlanza y con el simulador virtual del ITCL, explica Salazar.
Actualmente se encuentran en fase de pruebas con algoritmos que analizan imágenes recopiladas en viñedos reales. Evalúan estadísticamente la precisión y fidelidad de las identificaciones realizadas por la IA. Este proceso es tremendamente meticuloso y requiere tiempo para garantizar una calidad de funcionamiento.
Al mirar hacia el futuro, la pregunta es inevitable: ¿qué papel tendrán estas plataformas autónomas en la agricultura del mañana? Salazar no duda al responder. Para él, esta tecnología no es un lujo ni una moda pasajera, sino una necesidad. “El campo se enfrenta a una creciente falta de mano de obra. Llevar estas plataformas robóticas al máximo desarrollo nos permitirá compensar esa escasez y, sobre todo, aliviar de forma real y tangible la carga de trabajo que hoy recae sobre los agricultores”, afirma con convicción.
Porque al final, se trata de algo mucho más importante: asegurar que la innovación no deje atrás al campo, sino que lo acompañe. Que el sector rural no solo sobreviva, sino que florezca con ayuda de nuevas herramientas.