Diario de Castilla y León

VALLADOLID

Una nueva vida para el sarmiento

Dos bodegas de la provincia de Valladolid participan en un proyecto que pretende evitar la quema de los restos de la poda de la vid con su utilización para la producción de cajas y etiquetas renovables

Una de las cajas elaboradas con la celulosa extraída de los sarmientos como parte del proyecto Vinebox.PAGO DE CARRAOVEJAS

Publicado por
María Bausela

Creado:

Actualizado:

El reciclado y la economía circular son dos preocupaciones que se han extendido por multitud de sectores durante los últimos años con el objetivo de conseguir productos y procesos más sostenibles y amables con el medio ambiente. Dos bodegas de la provincia de Valladolid se sitúan a la cabeza de la innovación en este ámbito para el sector vinícola apostando por el reciclado de los restos de poda de la vid.

Bodega Matarromera ubicada en la localidad Valbuena de Duero, Pago de Carraovejas de Peñafiel y la empresa Ence – Energía Celulosa colaboran para la realización del proyecto Vinebox pretende evitar la quema de estos residuos con su utilización para la producción de cajas y etiquetas renovables.

Esta iniciativa ha finalizado su desarrollo tras dos años de trabajo y colaboración con el objetivo de «revalorizar» la gestión de recogida y acopio de las podas del sarmiento de la vid en la DO Ribera del Duero. «El proyecto lo que pretende es buscar un aprovechamiento a un elemento que se genera año tras año en el mundo vitivinícola, en los viñedos, que son los sarmientos», explica Eva Navascués, doctora en Microbiología y Agronomía y Directora de I+D+i de las bodegas del grupo empresarial Alma Carraovejas del que es parte la bodega Pago de Carraovejas.

Una vez recogida la cosecha para que la planta fructifique durante el siguiente año resulta necesario realizar una poda una poda de la misma, recogiendo la madera de los sarmientos que generalmente se suele agrupar y quemar como otro tipo de biomasa que se genera en el campo. «No tiene aprovechamiento y además genera con la quema gases de efecto invernadero».

Vinebox lo que busca es darle una salida distinta a estos residuos en el marco de la entrada en vigor de la nueva Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que no permite la quema de residuos vegetales generados en el entorno agrario.

«La salida tradicional es quemar los sarmientos en el campo como un método de aprovechamiento de residuos clásico, pero esa quema incrementa la huella de carbono de todo el proceso. Lo que buscábamos aquí era valorizar ese material, ya que, gracias a trabajos previos habíamos estimado que la cantidad de celulosa que tienen los sarmientos es prácticamente el 50% en peso», añade.

Así, el proyecto basado en la economía circular apuesta por extraer esa celulosa para la fabricación de una pasta de papel que se pueda destinar a la elaboración de todo tipo de materiales necesarios en el sector como cajas en las que empaquetar sus propios vinos o las pegatinas de los mismos. Pero su aplicación se podría extraer a otros sectores.

Según apunta Navascués, solo en la Ribera del Duero, donde hay 20.800 hectáreas de viñedo de las que se obtiene una tonelada de sarmiento por cada hectárea, de tal manera que cada año se están generando más de 20.000 toneladas de sarmiento, cuyo destino principal es la quema.

«Este es un material de buena calidad, que merece ser aprovechado de una u otra manera, y, además, al incorporar la celulosa obtenida de estos restos de la vid en la masa de papel se está reduciendo la utilización de material de tipo leñoso. Por cada tonelada de sarmiento reciclada son menos árboles que cortamos».

Con el objetivo de la reutilización de estos residuos, ambas bodegas, que ya habían colaborado en el pasado, se unieron para formar el consorcio de Vinebox. «Lo primero fue evaluar el proyecto, las líneas de trabajo y empezamos a revalorizar esos sarmientos de la mano de Atiza, una empresa que tiene una patente propia para la limpieza de esos sarmientos, porque en el campo estos están mezclados con tierra, piedras u otro tipo de materiales que pueden estar presentes en las espalderas del viñedo», explica Sonia Villanueva Sánchez, directora de calidad de Bodegas Familiares Matarromena.

Para la siguiente fase del proyecto se sumó al consocio la empresa Ence – Energía Celulosa, dedicada a la transformación de madera procedente de cultivos forestales para uso industrial, «ya que era imprescindible comprar contar con una empresa del sector papelero que tuviera el conocimiento de cómo extraer esta celulosa y desde Ence vieron este tema interesante».

De esta colaboración ha surgido un material de gran calidad que ambas entidades esperan que pueda instaurarse como un recurso en todo el sector vinícola. Pero para ello el primer paso es «mejorar la coordinación de las bodegas para la recogida de los sarmientos».

Esto se debe a que durante los dos años de trabajo de investigación con los problemas con los que se han topado no han sido en la extracción de celulosa, sino en la gestión de estos restos de la poda de la vid. «Si quisiéramos iniciar el proceso deberíamos coordinarnos bien como denominaciones de origen o en determinados puntos donde se pudiera hacer esa recogida para hacer llegar los sarmientos a la empresa de celulosa», asegura la Directora de I+D+i de las bodegas del grupo empresarial Alma Carraovejas.

En caso de que este sistema llegara a instaurarse de forma general consideran que no solo se reduciría la huella de carbono del sector y se revalorizarían los sarmientos, sino que se respondería a la demanda de los clientes de apostar por la sostenibilidad. «El consumidor ya no solamente compra un producto por el sabor, sino por lo que aporta a la sociedad. Entonces, creemos que este proyecto va a ser muy bien valorado por nuestro consumidor», incide la directora de calidad de Bodegas Familiares Matarromena.

tracking