CLUB DE PRENSA
La digitalización eleva a referente nacional el modelo de atención social de Castilla y León
La Junta ampara distintos proyectos piloto punteros en este ámbito, destinados a fomentar la autonomía de colectivos vulnerables y a combatir la soledad no deseada, tanto en el hogar como en residencias o centros

El director de El Mundo-El Correo de Burgos, Ricardo García Ureta, moderó el diálogo entre Isabel Blanco (Junta de Castilla y León), Beatriz Herranz (Telefónica) y Pablo Gómez (Intras).
Castilla y León vive inmersa en la actualidad en un proceso de transformación profunda en los servicios sociales. La Comunidad comenzó a transitar este camino tras la pandemia, al calor de una apuesta decidida de la Junta por la digitalización y la tecnología, como ejes estratégicos para mejorar los cuidados, siempre centrados en las personas, especialmente en el vasto medio rural y en el ámbito domiciliario. En el trayecto recorrido hasta la fecha y las próximas metas puso precisamente el foco el Club de Prensa ‘Nuevas tecnologías para nuevos retos sociales’ organizado por EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN, una cita celebrada en el Hotel Silken Gran Teatro de Burgos, con el patrocinio de Telefónica, que suscitó gran interés entre responsables de las administraciones, entidades privadas de distinta naturaleza y representantes del Tercer Sector.
Un diálogo a tres bandas centró el evento, moderado por el director de EL MUNDO-EL CORREO DE BURGOS, Ricardo García Ureta, y protagonizado por Isabel Blanco, vicepresidenta de la Junta de Castilla y León; Beatriz Herranz, directora territorial de Telefónica en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid; y Pablo Gómez, director general de Fundación Intras.
La también consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades presumía en este foro de liderazgo, pues la Comunidad se posiciona en la actualidad como «referente» nacional en este ámbito gracias a la digitalización de la atención social. Explicaba así que tras el «punto de inflexión» que supuso en términos generales la irrupción del coronavirus y sus consecuencias, se acometía una modernización profunda del sistema social, con la implantación de plataformas que permiten seguimiento, comunicación y atención personalizada a las personas usuarias.
Así, calificó de «valiente» la apuesta de la Junta de Castilla y León por impulsar la innovación aplicada al bienestar e incorporar la robótica y la inteligencia artificial en los cuidados. «Su aplicación pionera en las residencias, por ejemplo, ahora más normalizada, supuso en su momento un cambio de paradigma», detalló, para subrayar la importancia de la colaboración público-privada, clave para la materialización de proyectos en este sentido, destinados a fomentar la autonomía de las personas mayores o con discapacidad o a combatir uno de los grandes males de nuestro tiempo, como es la soledad no deseada.
«Tenemos duchas, camas o andadores inteligentes que ayudan a moverse, a levantarse, a sentir más seguridad en casa. Y al mismo tiempo, podemos adelantarnos a las necesidades, tener más presencia. De hecho, ya no esperamos a que el usuario llame cuando tiene una caída. Ahora hacemos llamadas periódicas en las que una conversación basta para detectar situaciones de riesgo», relató, convencida de la necesidad de afrontar ahora, tras un periodo de «despliegue vertiginoso» de distintas herramientas, una nueva etapa de «consolidación» del nuevo modelo.
En la misma línea se pronunciaba Beatriz Herranz, directora territorial de Telefónica en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid, defensora de la «humanización» que subyace en el uso de las nuevas tecnologías, pues facilitan una conexión entre profesionales y usuarios inviable de otra forma en determinados casos, «además de ofrecer respuestas más personalizadas».
Explicó además que la digitalización de los servicios sociales ha experimentado en los últimos años un crecimiento «exponencial en todo el país, y especialmente en Castilla y León», que avanza más que en otras comunidades debido al contexto demográfico y territorial así como a la colaboración entre Administración, empresas y entidades.
Detalló que este desarrollo se produce por igual en las tres áreas de trabajo principales: el hogar, con la proliferación de domicilios con teleasistencia y sensores que propician la recogida de datos y el seguimiento; las residencias y los centros de mayores, con tecnología sensorial aplicada al entorno físico; y la innovación en la gestión y los procesos, de tal forma que los datos obtenidos se analicen y como resultado, de la mano de la inteligencia artificial, «se planteen las acciones necesarias» para mejorar la calidad de vida de los usuarios, «que es el objetivo final» compartido.
Incidió al respecto en la importancia de la cooperación: «La digitalización no se impone, se construye. Y eso solo ocurre cuando todos los actores caminan en la misma dirección». En el caso concreto de Castilla yLeón, Telefónica aporta la tecnología, la Junta aporta el conocimiento del sistema social y las entidades la cercanía con las personas, un círculo virtuoso que, de paso, según convinieron los ponentes, puede servir de motor económico para el territorio, pues implica retener y atraer talento para desarrollar las tecnologías a aplicar y velar por su correcto uso, generar empleo y arraigar población en el medio rural, respondiendo así a otro reto, el demográfico.
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Por su parte, Pablo Gómez, de la Fundación Intras, ahondó también en la existencia, en Castilla y León, de un «ecosistema de innovación» que permite sostener «esta transformación profunda» que, enfatizó, debe estar, en todo caso, al servicio de las personas, no reemplazarlas. «La tecnología tiene que ayudarnos a personalizar los apoyos, no a deshumanizarlos», apuntó, para considerar adecuada la senda tomada por la Junta, de la que la entidad que representa es colaboradora.
Al hilo, recordó que buena parte de los proyectos que desarrollan en esta línea, nacen de «procesos de cocreación con los propios usuarios, sus familias y los profesionales, lo que garantiza que las herramientas respondan a necesidades reales», además de materializarse pegadas al terreno. Y es que buena parte de los dispositivos tecnológicos a los que hizo referencia se fabrican en Castilla y León y por personas con discapacidad: «En Zamora, en el centro especial de empleo SUMA, personas con enfermedad mental grave ensamblan los componentes. Se han creado siete puestos, seis de ellos para jóvenes sin empleo anterior».
Hizo además hincapié en la necesidad de formar a los trabajadores del sector en el manejo de estas tecnologías, para acabar con las «resistencias» que, señaló, aún existen. En su opinión, esta barrera solo podrá derribarse con «formación continua y apertura al aprendizaje». Solo así, apostilló, «la innovación tecnológica podrá ir de la mano de la innovación social».